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A veces, comunicarse con nuestros hijos puede ser un esfuerzo difícil de emprender. Tenemos la impresión de que no nos escuchan y ellos tienen la impresión de que no los escuchamos. El éxito de la crianza depende de la capacidad de escuchar y comunicarse efectivamente con los niños. Los sentimientos, puntos de vista y pensamientos expresados ​​por sus hijos son valiosos, y debe asegurarse de tomarse el tiempo para sentarse con ellos, escucharlos con libertad y dirigirse a ellos con honestidad.

Parece ser una propensión natural a reaccionar en lugar de responder cuando se enfrenta a una situación. Emitimos juicios sobre los demás basados ​​en nuestros propios sentimientos y experiencias personales. Responder, por otro lado, significa estar atento a los pensamientos y emociones de nuestro hijo y permitirle expresarse libre y honestamente sin temor a las repercusiones de nosotros o de otros adultos. Al responder, estamos enviando el mensaje a nuestro hijo de que sus emociones e ideas no son importantes. Sin embargo, al reaccionar a los sentimientos del niño y hacerle preguntas sobre por qué se siente de esa manera, inicia un diálogo que le permite compartir sus sentimientos con más profundidad y le brinda una mejor comprensión de dónde provienen. Responder también le brinda la oportunidad de colaborar con su hijo en una solución o un plan de acción que quizás no se le haya ocurrido por sí solo. Su hijo también apreciará el conocimiento de que usted puede, de hecho, entender por lo que está pasando

En este momento, es fundamental que le brinde a su hijo toda su atención. Deje el periódico, los platos o apague la televisión para poder escuchar todo el asunto y establecer contacto visual con su hijo, si es necesario. Mantenga la compostura y la curiosidad, y luego dé respuestas prospectivas a la situación.

No le diga a su hijo que no debe sentirse infeliz, enojado o irritado. Nuestra primera inclinación puede ser decir o hacer cualquier cosa para disuadir a nuestros hijos de participar en la actividad, pero esto puede ser una estrategia contraproducente. Nuevamente, preste atención a su hijo, pregúntele por qué se siente de esa manera y luego proporcione formas viables de aliviar los sentimientos negativos que está experimentando.

Nuestros hijos tienen sentimientos y pasan por circunstancias desafiantes de la misma manera que nosotros. Al escuchar activamente e interactuar con nuestros hijos mientras hablan sobre el tema, les comunicamos que nos preocupamos, que queremos ayudar y que tenemos nuestras propias experiencias comparables de las que pueden inspirarse y apoyarnos. Tenga en cuenta que debe responder en lugar de reaccionar.